Alguien camina torbellinos
de gota. Pequeña, como quien padece de recuerdos. Eres así arena amiga, tan
lejana que puedo tocarte; toda la visión de tu contorno sincopado; una hoja en
blanco donde habitan los demonios. Conduzco hacia el sol por la silueta de tu
playa. Tú solo confías en el huracán de la rosa, en el monstruoso trinar de
Yogg-Saron. Confías en lo que confías y no. Deja de ser ese anillo. Enséñame a quedarme despierto como los
fantasmas. Si estás en el barranco serás alguien, cofre, uno; alguien
superpuesta entre maizales; móvil. Allí donde deberían estar las cartas,
guardo el sentido de tu existencia. Ya no eres nunca y despiertas cada vez que se
va derritiendo la ola. Singular y desde aquí te veo.
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