LA HACIENDA

LA HACIENDA



La Hacienda aparece y desaparece detrás del ramaje en los cuadros. En ella, el orfeón de la mañana no era de ningún ave conocida sino la fruición de la madera en la savia. Todos estamos de acuerdo que el sol se asoma por un ojo. Buen amanecer pipa aceite. La tela se corrió por detrás de las cordilleras y aun no se ha escuchado el grito de la brasa. Te remplazo el calor y se queda sobre una mesa de párpados que llaman infinito. Allí el parque subía por un inipi que llegaba hasta tus pequeños telones deshojados. Llévate el humo. Un, dos, tres. Éramos los administradores de las estrellas.


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